Desde Tánger, en Marruecos
En 1980, Oscar preparando la “camelgata” de 14 Km hacia las Cuevas de Hércules, al borde del desierto de Marruecos. |
Nuestro guía, Omar —cuya contratación casi nos lleva a prisión cuando
nos aprestábamos a embarcar de regreso a España cruzando el Estrecho de
Gibraltar— nos había prometido una excursión en camello (luego fuimos con Zeugma
solamente una parte montados y la otra en una camioneta de un amigo de Omar),
diciéndonos que nos iba a llevar hasta “el cabo del fin del mundo”. En Cabo
Espartel los antiguos navegantes decían
que se terminaba el Mediterráneo y que luego seguían los mares desconocidos,
habitados por seres monstruosos. Muchos planisferios de aquella época mostraban
a la tierra conocida como una especie de mesa cuyos bordes podrían llevar hasta
abismos muy peligrosos. Después aparecieron los vikingos y Colón rompiendo un
huevo..
La historia sobre Omar y el susto que
nos llevamos en el puerto antes de cruzar hasta Algeciras la contaré otro día.
El Cabo Espartel es un cabo localizado en la
costa atlántica de África, en el norte de Marruecos, a 8 kilómetros de Tánger. En el peñón o pequeña
península que allí se ubica, existe un faro cuya luz es visible a 23 millas. En su faldeo el terreno desciende y da lugar a un llano
(esto provoca que, visto desde determinados puntos, el peñón parezca una isla).
Antiguamente, este cabo era conocido con el nombre de Cabo Ampelusia. Este
punto es uno de los límites en tierra del estrecho de Gibraltar.
Las cuevas de Hércules se
encuentran ubicadas a tan solo 14 kilómetros al oeste de Tánger. Es un lugar asombroso, con una arqueología de significativo valor. Según la leyenda de
los navegantes griegos aquí es donde la mítica figura de Hércules descansó
después de realizar las doce tareas que le habían impuesto los dioses del
Olimpo.
La entrada a las cuevas se orienta hacia el
Atlántico y quedan inundadas durante las mareas altas. Cuando el oleaje entra,
los chorros de agua inundan la oquedad, brindando un espectáculo impresionante y ecos que resuenan como
lamentos. Desde su interior se
aprecian unas vistas muy singulares del Estrecho de Gibraltar , por el contraste entre el color del cielo y el
mar.
Pintoresca foto postal del faro Espartel |
Nos tomamos un té de
menta con bizcochos dulces en una pequeña cafetería frente al océano. Además
por sólo 5 dólares a las mujeres se les ofrecen vestirse con la jeblia (típica
del campo marroquí) para tomarse una foto
de recuerdo. Ah, no son recomendables los sanitarios, como en todos los
sitios económicos de la región. También visitamos en esta
zona las pequeñas ruinas
romanas de Cotta, del siglo II y III. Están justo a 200 metros de
distancia, parada obligatoria de los
ómnibus que van desde Tánger hacia el sur, hasta Aziláh.
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