miércoles, 4 de junio de 2014

EN CAMELLO HASTA EL FIN DEL MUNDO (I)

Desde Tánger, en Marruecos


En 1980, Oscar preparando la “camelgata” de 14 Km hacia las Cuevas de Hércules, al borde del desierto de Marruecos.
  
     Nuestro guía, Omar cuya contratación casi nos lleva a prisión cuando nos aprestábamos a embarcar de regreso a España cruzando el Estrecho de Gibraltar— nos había prometido una excursión en camello (luego fuimos con Zeugma solamente una parte montados y la otra en una camioneta de un amigo de Omar), diciéndonos que nos iba a llevar hasta “el cabo del fin del mundo”. En Cabo Espartel los antiguos navegantes decían que se terminaba el Mediterráneo y que luego seguían los mares desconocidos, habitados por seres monstruosos. Muchos planisferios de aquella época mostraban a la tierra conocida como una especie de mesa cuyos bordes podrían llevar hasta abismos muy peligrosos. Después aparecieron los vikingos y Colón rompiendo un huevo.. 
    La historia sobre Omar y el susto que nos llevamos en el puerto antes de cruzar hasta Algeciras la contaré otro día.
   El Cabo Espartel es un cabo localizado en la costa atlántica de África, en el norte de Marruecos, a 8 kilómetros de Tánger. En el peñón o pequeña península que allí se ubica, existe un faro cuya luz es visible a 23 millas. En su faldeo el terreno desciende y da lugar a un llano (esto provoca que, visto desde determinados puntos, el peñón parezca una isla). Antiguamente, este cabo era conocido con el nombre de Cabo Ampelusia. Este punto es uno de los límites en tierra del estrecho de Gibraltar.



 
    Las cuevas de Hércules se encuentran ubicadas a tan solo 14 kilómetros al oeste de Tánger. Es un lugar asombroso, con una arqueología de significativo valor. Según la leyenda de los navegantes griegos aquí es donde la mítica figura de Hércules descansó después de realizar las doce tareas que le habían impuesto los dioses del Olimpo.
    La entrada a las cuevas se orienta hacia el Atlántico y quedan inundadas durante las mareas altas. Cuando el oleaje entra, los chorros de agua inundan la oquedad, brindando un espectáculo impresionante y ecos que resuenan como lamentos. Desde su interior se aprecian unas vistas muy singulares del Estrecho de Gibraltar , por  el contraste entre el color del cielo y el mar.

Pintoresca foto postal del faro Espartel
  
    Nos tomamos un té de menta con bizcochos dulces en una pequeña cafetería frente al océano. Además por sólo 5 dólares a las mujeres se les ofrecen vestirse con la jeblia (típica del campo marroquí) para tomarse una foto  de recuerdo. Ah, no son recomendables los sanitarios, como en todos los sitios económicos de  la región. También visitamos en esta zona las pequeñas ruinas romanas de Cotta, del siglo II y III. Están justo a 200 metros de distancia,  parada obligatoria de los ómnibus que van desde Tánger hacia el sur, hasta Aziláh.


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